"Memento" del Ballet Nacional de Holanda. Cuando las líneas se transforman en emociones

El Ballet Nacional de Holanda (Het Nationale Ballet), dirigido actualmente por Ted Brandsen y Ernst Meisner, quien dirige la Compañía Joven, ha sido una de las instituciones que han sabido adaptarse a los nuevos y desafiantes tiempos de pandemia de un modo ejemplar. No sólo nos han amenizado las sesiones de training en casa a quienes queríamos mantener la forma con buenos ejercicios, sino que además han compartido su trabajo adaptado al formato de video danza, haciendo posible que el mundo entero haya podido apreciar la calidad propia de esta histórica compañía.

En el streaming estrenado el Jueves 20 de Mayo de 2021, a las 20:15, el equipo artístico y técnico del HET volvieron a deslumbrar a aquellos que se asomaron a la nueva ventana escénica que ofrece la popular plataforma Youtube. Una nueva realidad en el desarrollo de las artes escénicas que nos regaló el estreno de una de las últimas creaciones de la versátil coreógrafa residente Wubjke Kuindersma.

Así como la pandemia nos obligó a darnos cuenta de la importancia del momento presente, Kuindersma trata este concepto con Memento, expresión latina asociada a la de Memento Mori (recuerda que has de morir), que invita a la humildad en la consciencia de que todos somos perecederos. Esta obra es un espacio en el que podemos centrarnos en disfrutar visual y sensorialmente de la belleza.

Con una selección musical que cobra más y más sentido a medida que avanza la pieza, compuesta por fragmentos de la Sinfonía no.3, op. 36 de Henryk Górecki (Symphony of Sorrowful Songs y Lento Cantabile-semplice), apreciamos un nuevo neoclasicismo, que se apoya en la intuición y las emociones como motor creativo. Lo cual permite que las líneas estéticas de la danza clásica, tan puramente trabajadas en esta compañía, se disfruten incluso sin entenderlas.

Esta pieza, abierta  por tanto a todos los públicos, entendidos o no de danza, transmite esperanza. Supone un soplo de aire fresco, un respiro en medio del miedo y el estrés que envuelve nuestros días desde hace ya más de un año.

Desde el inicio las luces diseñadas por la propia Wubjke, junto a Wijnand van de Horst, crean un atmósfera mágica. En un escenario limpio y amplio, habitado por las tres intérpretes femeninas (Wendeline Wijkstra, Laura Rosillo y Sandra Quiintyn), una transición lumínica nos lleva desde la oscuridad hasta la caja azul en la que se ha convertido el escenario. Un rectángulo negro proyectado en el ciclorama de fondo flota sobre las bailarinas, evocando un estado melancólico en el cual respiran, buscando alas para alzar el vuelo en un sencillo pero siempre poderoso bourré. A través del cual las intérpretes, seres cubiertos de azul en un simple pero sofisticado vestuario diseño de Wubjke Kuindersma,  empiezan a explorar conjuntamente el espacio.

La elegancia y el depurado trabajo de esta pieza, en la que abundan los movimientos grupales, no impide al espectador descubrir la individualidad de cada uno de los miembros del elenco. Otra característica del trabajo de esta coreógrafa, que destaca por su habilidad para sacar lo mejor de cada bailarín en particular, sin perder la limpieza del conjunto, que complementa el elenco femenino con el masculino (Manu Kumar, Dingkai Bai y Bastian Stoop). La honestidad del trabajo muestra la vulnerabilidad del intérprete, que lejos de ocultar su cansancio lo convierte en un resorte con el que adentrarse con mayor intensidad en la totalidad de la coreografía. Interpretada con entrega por estos jóvenes y a la vez maduros bailarines, estos revelan sin pretenderlo su disfrute por medio de miradas de plenitud y complicidad entre ellos. Especialmente en los movimientos que envuelven el paso a dos.

En un constante devenir donde cuerpo y coreografía proclaman apertura, Memento, atraviesa y transita de forma fluída formaciones espaciales geométricas llenas de retos técnicos. Limpias composiciones que transmutan y desplazan a los bailarines continuamente a un nuevo posicionamiento. Un sencillo pero brillante zig zag en canon nos acerca al final, reafirmando lo que parece quedar como mensaje de esta pieza: hay que seguir, con apertura, conviviendo y compartiendo, buscando. Hay que seguir dirigiéndose hacia la claridad, recorriendo todos aquellos espacios que nos tocan la fibra.

Pese al riesgo que puede presentar el formato bidimensional del video, esta producción consigue jugar con unos movimientos de cámara, mérito del asistente Kenneth van Bochove y del director cinematográfico Mathieu Gremillet, que bailan con el observador navegando dentro de la coreografía.

Cuando termina esta obra, se nos regala un momento de gran belleza en el que podemos contemplar a los bailarines celebrando la pieza con la coreógrafa. Cosa que muy probablemente, en un modelo de espectáculo presencial, habría quedado sólo para los miembros del teatro detrás de la cortina. Lo que me lleva a reconocer que no todo es malo en esta nueva forma de presentar y vivenciar obras de danza.

Wubjke Kuindersma, coreógrafa experimentada que destaca por su versatilidad y por saber adaptarse a los espacios en los que trabaja, hace un sabio uso de los recursos. Que si bien son aparentemente sencillos, construyen dieciocho minutos en los que luz, vestuario y escenografía, obra de la coreógrafa; trabajan en conjunto para hacerte perder la noción del tiempo.

Ana Baigorri Cortés